Festival Grec 2021

 


El Temps de les Arts:

Crítica "Made of Space" de Guy Nader i Maria Campos

Crítiques de "Re:incarnation" de Qudus Onikeku i de "2 de noviembre, el quitador de miedos" d'Aïda Colmenero: "Àfrica en dansa al Grec" 


Escena de la Memòria:

Crítica de "Perpetua Felicidá" d'Iniciativa Sexual Femenina

Crítica de "Acciones sencillas" de Jesús Rubio Gamo 

Crítica de Zoo! d'Antes Collado


Teatre Barcelona:

"Fenomen" de Quim Giron i Moon Ribas


Revista Susy-Q:

El Grec más documental: article balanç de l'edició 2021.

EL GREC MÁS DOCUMENTAL

Culminó el potente festival de Barcelona que contabilizó unos 100.000 espectadores, todo un logro en la quinta ola. Dedicado a África, el festival tuvo mucha danza. Te contamos qué nos pareció...

 Texto_ JORDI SORA i DOMENJÓ Fotos_SOPHIE GARCÍA / HERVÉ VERONESE

Barcelona, 01 de agosto de 2021

Los viajes que está proponiendo Cesc Casadesús desde la dirección artística del Festival Grec permiten a los aficionados el descubrimiento de compañías de danza e intérpretes de alta calidad que de otra manera difícilmente llegarían a la ciudad. Este es un buen objetivo para un certamen internacional. Y África siempre queda muy lejos del imaginario eurocéntrico, así que esta edición ha dado para mucho en ese sentido. Además, claro está, de las coproducciones que permiten la consolidación de proyectos de compañías de aquí y el descubrimiento de talentos no tan conocidos.

La gran cita africana tuvo varios momentos, algo desiguales entre ellos. En el Mercat de les Flors se presentó Re:incarnation de Qudus Onikeku (foto inferior) y fue una fiesta, pese a la temática tratada: el de los espíritus de los ancestros que nos acompañan en vida, según la tradición del pueblo Yoruba (Nigeria y Benín). Dos características sorprendieron especialmente: la ruptura del estándar narrativo, porque la pieza presentaba diversos giros que desordenaban el hilo argumental; y la flexibilidad de la joven compañía que les permite abordar desde danzas tradicionales, lenguajes más urbanos, hasta algunos apuntes de contemporánea, sencillos en su concepción pero efectivos en su resolución.

Mucho más comprometida en su temática resultó la presentación en el Palau de la Música del homenaje que Gregory Maqoma ha hecho al primer coro de sudafricanos que, a finales del siglo XIX, actuó en Gran Bretaña y Norteamérica: Broken Chord. En Barcelona con la participación del Cor de Cambra del emblemático espacio modernista. Más allá de la calidad musical de la propuesta y del alto voltaje emocional que la compañía supo transmitir, el conjunto sufría un poco de ritmo irregular y, aunque es lógico su emplazamiento, quizás no ayudó por lo que respecta a la escenografía y necesidad de espacio para desarrollar la coreografía, que acababa quedando un poco constreñida.


La hora de los ancestros

Dos intérpretes femeninas deslumbraron estos días en el SAT Teatre: la bailarina senegalesa Rokhaya Thioune y la gambiana-noruega Amie Mbye. De nuevo trata sobre los ancestros. Aquí planteando hasta qué punto su presencia es algo más que un recuerdo en el día a día. La obra presenta dos solos y un dúo en los que demuestran una calidad técnica extraordinaria, así como una gestualidad explicativa que permiten al público la adhesión emocional necesaria. Se trata de 2 de noviembre: el quitador de miedos, de Aïda Colmenero Dïaz, alma de la asociación África Moment, gracias a la cual se organiza una vez al año en la ciudad un festival de danza dedicado a aquel continente y a las personas afrodescendientes. Han colaborado en este Grec en la programación y, entre otras propuestas han traído de nuevo, para felicidad de los aficionados, a la coreógrafa y bailarina Nadia Beugré, premio de la crítica catalana de danza el 2019.

Menor fue la recepción de la que, a priori, era la gran apuesta de la presente edición, en el Teatre Grec: Wakatt, de Faso Danse Théâtre / Serge Aimé Culibaly (en la foto que abre este reportaje). A veces no favorecen las expectativas. Comparar, porque han trabajado juntos, el lenguaje del creador de Burkina Faso con Alain Platel, no jugó a su favor. Empezando por la escenografía: una gran roca que ocupaba un tercio del escenario y que desplazaba la merecida atención que los diez bailarines y tres músicos hubieran requerido. Si sumamos a ello la ruptura en los ritmos de la pieza y el exceso visual que suponía verlos ejecutar cien cosas a la vez, el resultado fue muy discreto. Pese al inmenso interés que suscitó saber que trata sobre los autoritarismos, la deriva conservadora en la sociedad europea y el asalto de la extrema derecha; temas todos ellos desgraciadamente de triste actualidad.

En el capítulo de las producciones de aquí y a las cuales daba apoyo el Festival Grec, tres destacaron especialmente: The very last northern white rhino, de Gaston Core, estrenada en la Sala Hiroshima, de la cual también es su director artístico, con el bailarín de danzas urbanas Oulouy, de Costa de Marfil y actualmente residente en Barcelona. Una magnífica apuesta por descontextualizar aquellos estilos de danza y someterlos a las exigencias de la sala oscura.

Made of Space, de Guy Nader y Maria Campos, un salto más en la extraordinaria ductilidad de estos creadores, sin duda en crecimiento exponencial y con un extraordinario resultado. Y Zoo! de Antes Collado, creador y artista interesado por el lenguaje más performativo y de impactante fisicalidad.

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