Crònica final de Dansàneu 2024 al web de la Revista Susy-Q
Foto: Rut Solé
Bailan las brujas
Se clausuró la 33.ª edición del Festival Dansàneu, en diversas pequeñas localidades del valle leridano, con gran éxito de público y la presencia de Sol Picó, Mal Pelo y Montse Colomé, entre otros. Culturas del Pirineo que ponen el foco en la danza. Allí estuvimos.
Se recordó, en esta ocasión, la historia del sexto centenario de la publicación del primer libro más antiguo de Europa contra la brujería (“Privilegis i Ordinacions de les Valls d’Àneu”, 1424). Todos los espíritus de la danza convocados para redimir la injusticia, mayoritariamente ejercida contra mujeres, a la que el espectáculo inaugural bailado por la joven compañía de IT Dansa y con una coreografía enérgica y resolutiva de Aleix Martínez, incorporó una mirada más amplia para reflexionar también sobre la persecución de otros colectivos. De hecho, el Festival arrancó unos días antes, para ir abriendo boca, de la mano del espectáculo “Supermedium” de Núria Guiu & Ingri Fiksdal. La presencia de coreógrafas y bailarinas fue, como correspondía, mayoritaria. Y sirvió de homenaje a su tenacidad y dedicación a este arte. Fue el caso de la pieza “Celebration” de Montse Colomé, que lleva presentando felizmente desde hace un par de años y en la que invita a la participación del público.
Uno de los ejes de interés del Festival es la conexión entre la danza tradicional y la contemporánea. Interesantes propuestas se pudieron ver: la primera fue “Rel i Grapa” de Víctor Pérez Armero y su hermano percusionista Raúl. Sirvió para reflexionar sobre esas conexiones, desde un plano más emocional y de comunicación humana. Luego llegó la valenciana Inka Romaní y su “Fandango Reloaded” con un heterogéneo grupo que unió trap, hip-hop y jotas. Todo con la intención de cuestionarse cómo sería posible que los más jóvenes lleven a la calle fandangos y patrimonio musical. Por fin, la investigadora y creadora artística Lara Brown hizo las delicias del numeroso público concentrado en una de las plazas de Esterri d’Àneu: defendió su propuesta desde el entusiasmo, superó con oficio algunos problemas técnicos, y sirvió para ejemplificar la importancia de la transmisión oral de los bailes y danzas populares, como por ejemplo hizo una vez concluido el espectáculo con el “ball de l’esquerrana”, propio del municipio y que se ejecuta en parejas.
Bailan los artistas
Sin duda, uno de los momentos excelentes de la edición 2024 fue la presentación de “La nit” (“La Noche”) de Mal Pelo y el trío de música Fortuny. Composiciones de Arnold Schönberg, Ernest Bloch y el reputado autor actual Joan Magrané sirvieron como contexto ideal para la introspección y el espíritu de conmoción a los que María Muñoz y Pep Ramis llevan su unión en el movimiento. Capaces como fueron de crear un clima austero, pero impactante vínculo trascendente en el interior de la Iglesia de Santa Maria d’Àneu en Escalarre (la Guingueta d’Àneu).
Y el de clausura fue, probablemente, el mejor de los espectáculos al lograr conjugar el recuerdo por las mujeres asesinadas acusadas de brujería y un canto a la libertad de las artistas a través del cual expresar los deseos más íntimos. Se trata de “Les filles de Lilit” (“Las hijas de Lilit”). Cuatro solos para hablar de otros tantos momentos extraídos de la literatura y la historia, en este orden: Anna Hierro representa Medea y la descarga de su frustración sobre los hijos. Con su movimiento entrecortado, gestos en ruptura, y una elegancia casi clásica a la que nos tiene acostumbrados la bailarina, destacó por abrirse paso en medio de una música jazz, tenazmente interpretada por la Barcelona Art Orchestra, con un ritmo y unos decibelios quizás algo de más, hasta el punto que enmascaraba un poco el sentido de las intérpretes.
Muy destacadamente pasó en la segunda parte de Raquel Gualtero, que requería centrarse muy bien en su personaje: Lilit, la primera mujer, anterior a Eva, según la mitología, causante de todos los desvaríos hacia el hombre, posición desde la cual se la ha juzgado. Raquel despliega una intencionada coreografía de la pasión fatal, de la tentación y la venganza, con la que acentúa, casi hasta llevar al paroxismo esa antigua mirada, con un gesto expansivo, delicado en el detalle y extraordinaria presencia escénica.
Fue Sònia Gómez la encargada de rememorar, en tercer lugar, la locura persecutoria de la Iglesia contra las mujeres libres, con una divertida ruptura estética y libertad expresiva que gusta tanto de ella. Para acabar con un contrapunto de esperanza que Carlota Gurt, la responsable de esta dramaturgia particular basada en el encargo de buscar textos sobre los que sostener la idea de esas coreografías, quiso para el espectáculo: Virginia Woolf y su “Orlando”. Los cuatrocientos años de existencia de un hombre que cambia de sexo. Interpretado por Sol Picó, apareció limitada por un vestuario que casi le impedía el movimiento, hasta ir liberándose poco a poco y quedar desnuda de torso. Más allá de su fuerza y determinación, Sol impregnó de profundo respeto su coreografía por todas las mujeres injustamente maltratadas a lo largo de la historia. Un espectáculo que merece ser revisitado, la primera ocasión será en Barcelona en diciembre.
Así bailaron las brujas a las que invocaban las artistas desde las plazas y recintos del Vall d’Àneu. Diez días de movimiento sin cortapisas, en un festival cuidado hasta el mínimo detalle y programado con inteligencia.