diumenge, 13 d’octubre del 2024

Fandango Reloaded

Fandango Reloaded
Inka Romaní
Coreografia i interpretació: Javier J Hedrosa, Silvia Sahuquillo, Angel Lara, Álvaro del Río, Manel Ferrandiz, Inka Romaní i Marta Sofía Gallego
Teatre Kursaal: sala petita.
Fira Mediterrània, diumenge 13 d’octubre de 2024.


Crítica publicada a la Revista Susy-Q de Danza

Lo hacemos porque podemos

Inka Romaní es una joven valenciana. Desde esa posición de parte, puede (y debe) tener la opinión que le parezca bien sobre el fandango, una expresión de danza genuina de tres tiempos y rápida ejecución muy extendida. Fue bastante conocida en la tradición española, aunque parece ser que no gustaba especialmente a la dictadura. No representaba “el ideal femenino”, según explican. Y como bailarina y coreógrafa que es, puede optar por cualquiera de las opciones imaginables: desde la emulación, el baile compulsivo o la reapropiación. Sea este último concepto el que buenamente signifique: aportar miradas, plantear cambios, elaborar nuevas versiones, etc. Tiene las dos condiciones para hacerlo: saber (y mucho) sobre danza, porque a ver quién pone patas arriba una tradición, si no es conociéndola en profundidad. Y no lo hace desde ninguna posición de alteridad, pues sabe de esa danza y muy probablemente la haya vivido de cerca.

Su opción es más de carácter simbólico que otra cosa. Aunque hay también una interesante lectura en clave queer, muy acorde con las disidencias que han sido el eje argumental de Fira Mediterrànea de Manresa 2024.

Sobre el primer argumento destaca las similitudes que ve entre aquella tradición y las danzas urbanas. De hecho unos cuantos de los compañeros con quien baila dominan de manera bien destacada aquellos estilos. Con esa operación enraíza lo popular del fandango con la calle, pues a esa conclusión parece que llega en esta investigación arqueológica: ¿Con qué objetivo? ¿Para rescatar un baile casi desaparecido? Más bien para dignificarlo, pues su expulsión del paraíso de la “sección femenina” del sindicato fascista, según explica en el programa de mano, implicó menoscabo de aquellos pasos, que en la función tienen un espacio concreto en la segunda sección de la pieza. Sin música, los intérpretes ejecutan aquel baile por parejas. Y el fantasma del pasado se apodera de la sala.

Como para compensar, sin solución de continuidad, empieza lo que será una gran fiesta del movimiento y la locura del gesto. La tercera parte del espectáculo, que hace las delicias de cualquiera. No en vano, hay un posible origen del fandango que lo emparentaba con un antiguo baile sensual romano. Y las castañuelas impregnan su ritmo y sonoridad característicos. Y es donde se produce la reivindicación del “desea como quieras” en contraposición con las parejas chico-chica del origen.

Todo es muy fluido, como corresponde a esta nueva generación de bailarines que pasan del paso apuntado de un baile tradicional a la música de discoteca. Con la facilidad de quien se apropia de algo sin complejos, con libertad y honestidad. Sin más límite que la propia intencionalidad y con la seguridad de quien hace las cosas porque es capaz de ello.

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