Compagnie Adrien M / Claire B
Foto: Adrien Mondot |
Sueño
digital
En las
propuestas de danza y artes digitales de la compañía Adrien M /
Claire B todo se muestra. Por eso presenciamos en directo el dibujo
cambiante de las formas sobre las que la bailarina se desplaza. Hay
una intencionalidad evidente en ese esfuerzo: podrían simplemente
enseñar lo plástico de ese juego, con las imágenes en movimiento
que tanto lo digital como lo humano producen. Pero ésa es,
precisamente, la primera advertencia de su trabajo: cuando hablamos
de artes en movimiento lo hacemos todavía sin considerar que ni la
creación, ni el gesto en desplazamiento pertenecen en exclusiva a
nuestras humanas capacidades, mundo tangible de la física de las
partículas; ciegos todavía como somos a esa otra realidad que
existe: la cuántica.
Pero
Cinématique va todavía más allá en los presupuestos
teóricos sobre los que se sustenta. Uno tiene que ver con la propia
teoría de la danza. El otro con la imagen en movimiento y es un
homenaje a los pioneros del cine. En ambos casos se trata de un
recordatorio: ¿podemos siquiera imaginar cómo eran aquellas viejas
experiencias en las que en una sala a oscuras aparecía en la luna un
cohete encastado? Tenemos la tendencia a olvidarlo, por lo habituados
que estamos a que nuestros ojos sean incapaces de leer el fotograma,
por la lentitud con la que procesan la velocidad con la que se
proyecta delante nuestro. Pero la ilusión óptica es la base, como
sabemos, del cine. Y también del arte digital, siempre en flujo
constante entre opuestos binarios de fugaces ráfagas de luz.
Por lo
que respecta a la danza, Cinématique no presenta efectivamente
unas prestaciones técnicas por parte de la bailarina que vaya
demasiado más allá de la corrección interpretativa. Tampoco es eso
lo que se busca. Hay en la base del espectáculo un reconocimiento a
uno de los principios del ballet y la danza clásica que justifica la
pertinente adscripción de este espectáculo con esa tradición y que
hemos de celebrar, especialmente si recordamos que la compañía
triunfa en todo el mundo siendo presentada como un ejemplo de esos
nuevos espacios creativos entre las artes digitales y las del
movimiento. Todo muy actual, muy nuevo, con lo que poder hacer tantas
cosas, que les obligan a no olvidar las bases de sujeción.
Y en lo
que aporta una bailarina en una experiencia teatral como ésta, se
encuentra algo muy primitivo, pero por ello fundamental en nuestra
relación para con el arte: la pura contemplación (de la belleza, me
permitiréis...) Ésa es la esencia de lo estético. Luego podemos
hasta intentar derrotar los conceptos de lo que en su origen
representa la mirada espectadora. Podemos hasta dejarnos confundir
con la palabra y que sea ésta presentada como la esencia de lo
teatral. Pero lo que antecedió al discurso, fue el gesto en
movimiento y la admiración que generaba su contemplación. Algo de
tanta fortaleza y esencia que no es de extrañar que para una
compañía que apuesta por las herramientas digitales bien visibles
sobre el escenario, conscientes de esa historia que define la propia
humanidad, y como anticipando que en las próximas décadas algo está
cambiando, centren su espectáculo en bellas escenas para la
contemplación pausada.
Atentos,
parecen advertirnos, porque comienza el sueño digital.
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