dissabte, 24 de novembre del 2012

Al menos dos caras

Compañía Sharon Fridman
Sat Teatre, 22 de novembre
Festival DANSAT 2012



Como es sabido, en su sentido etimológico, la palabra persona proviene de máscara y tiene su origen en las representaciones teatrales de los griegos antiguos. Cada personaje con la suya, lo que permitía al espectador pensar sobre el papel asignado a cada uno de nosotros en este mundo, o teorizar, como diría Nietzsche. Mucho más tarde, el Psicoanálisis se encargó de señalar la diversidad de interpretaciones que permitía una misma persona, en un doble sentido: papel que se juega en un momento dado, como significado que se da a esa representación. Porque somos seres de múltiples máscaras.

Al menos dos caras parece que existen, según la Compañía Sharon Fridman. O mejor, si me permitís: si tuviéramos que señalar la línea divisoria entre el afuera y el yo, sería ese muro sobre el que camina en los primeros instantes de la obra Arthur Bernard Bazin. ¡Pero ojo! A unos cuantos metros del suelo, siempre a riesgo de caer a éste o al otro lado de la escenografía. Un montaje tecnológico, por cierto, compuesto de paneles móviles, que tanto permiten delimitar un espacio íntimo (del adentro), como las múltiples y tortuosas calles que transitamos en nuestro quehacer diario (de lo otro), y que manejan con soltura los dos bailarines con la ayuda imprescindible de una especie de tramoyista general, el performance Antonio Ramírez-Stabivo, figura clave en la pieza no sólo porque permite esos cambios, sino sobretodo porque sitúa sobre el escenario al espectador, al convertirlo en espejo de aquello que debe mejor saber hacer: el voyeur.

¿Y qué invitan a ver en este caso? Todo aquello que nos define cuando protegemos a un semejante, lo acogemos en nuestra casa, jugamos con él, lo arrastramos, empujamos sus esperanzas, lo recogemos después de un mal día, bailamos su música, lo circulamos en sus proyectos, comprendemos sus silencios, celebramos sus éxitos, lo movilizamos y, en general, lo que permitimos que pase cuando abrimos las puertas a otro de al menos esa segunda cara de la que estamos constituidos.

Todo ello explicado con un lenguaje explícito que hace de estos bailarines -dúctiles como el agua y fuertes como la tormenta de verano; con movimientos enérgicos como el fuego y pausados como las brasas; y en lo físico de su contacto y lo espiritual de su conexión- un volcán de danza compacta, transformadora y sutil a la vez y que convierten esta pieza en una celebración de todo lo mejor que una persona puede ofrecer en su máscara de cada día, cuando transita al otro lado de su yo.

Suena música de carrusel (Luis Miguel Cobo): que la vida es sólo un sueño...

2 comentaris:

  1. "estos bailarines, dúctiles como el agua y fuertes como una tormenta de verano...". Me encanta. Verdad. Abrazo

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