diumenge, 22 de juliol del 2012

Julieta Unplugged

Inés Boza – SenZaTeMPo
Intèrprets: Nel·lo Nebit, Inés Boza
La Caldera, 21 de juliol de 2012
Festival Grec de Barcelona

Lo que mueve la vida

http://www.lacaldera.info/


La historia de las mujeres, escrita habitualmente por hombres, necesita todavía de una definitiva reapropiación. El movimiento feminista lo lleva intentado desde hace unas décadas, con resultados ciertamente desiguales. “Debemos proteger el fuerte del débil”, decía Nietzsche . Y qué duda cabe que es el mundo de lo femenino el auténtico motor de los impulsos de vida. La igualdad entre géneros es aún la asignatura pendiente de la mayoría dominante y no, como pudiera parecer, de la mujer: su fortaleza es tal que después de tantos siglos de sometimiento siguen ahí, recordándonos a cada paso cuál debería ser el único sentido posible.

De entre todos los poetas en lengua castellana, y hombre, Federico García Lorca entendió con grandeza esa necesidad: “Acabarán por invadir mi sepulcro y ocupar mi propia cama. A mí no me importan las discusiones sobre el amor ni el teatro. Yo lo que quiero es amar” se exclama Julieta en una de las secuencias de la obra El público, texto que junto con Poeta en Nueva York sirven de base a Inés Boza y su compañero de interpretación, Nel·lo Nebit para esta propuesta de danza y recitación. Una mujer que mira, a través de los ojos del poeta, el mundo femenino.

Por lo que respecta propiamente al movimiento, aunque resulta escaso (se advierte en el programa de mano que es una primera aproximación) se presenta impregnado de cotidianidad: son dos cuerpos, dispuestos uno al lado del otro en un sofá, frente a ese público que actúa de espejo, en noches de insomnio estivales consumiendo, por ejemplo, televisión, ejecutando con lentitud desplazamientos, pequeños gestos, ahora las piernas sobre cojines, después estirados uno al lado del otro, balanceando sus cabezas a cada costado, como incapacitados por lo habitual de la convivencia, las horas pasadas juntos, el espacio conocido y las mismas (y repetitivas) existencias con las que la pareja ha agotado el tiempo en el que sólo vivir es amar.

En el resto de la pieza, un solo de Nel·lo Nebit, con una fuerza expresiva de madurez, simple en su concepción, pero extremadamente sentido y otro de la mano de Inés Boza, indican lo dramático de la pérdida de la esperanza cuando la danza debe recordar a ese público atento que es fuera del escenario en el que se mueve todo aquello que se juega de verdad. Hasta aquí, tres momentos de danza interesantes, que quedan desbordados por un dúo magnífico, en el que por fin los dos bailarines logran encajar las piezas perdidas del abandono al que sometieron sus personajes el juego del amor, y dejan de hablar y cantar (quizás lo menos destacado de la pieza: un recitativo escaso y unas voces poco afinadas) para de nuevo encontrar entre los dos aquello que de verdad mueve la vida.

Que sea desde la coreografía, elaborada junto a otra mujer: Montse Colomé, donde se da sentido femenino el espacio del poema del hombre que mejor supo hablar de ellas, es el atributo más destacado de esta pieza.

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