dilluns, 6 d’agost del 2012

Métamorphoses


Métamorphoses
Ballet National de Marseille

Geometría del Espacio
Herminio

Centro Cultural Internacional Avilés – Neimeyer
4 de agosto de 2012
© Pino Pipitone

En el origen, fue la forma: estructura geométrica conformadora de vida. Interacción de flujos energéticos, discretos, sutiles y efímeros, que facilitaron a través del inmenso tiempo cósmico la constitución de esta realidad compleja y diversa que sólo limitadamente somos capaces de percibir. Fuerzas electrostáticas, uniones temporales de átomos, requerimientos químicos de baja intensidad y una obra arquitectónica siempre sorprendente, y que produce irremediablemente la duda si fuera un antojo de la naturaleza, si bien un acto creador. Así es el mundo en el que habitamos; así la geometría de sus cuerpos; así la danza de su fuero interno.

El Centro Neimeyer de Avilés, por estas fechas, ha querido invitar a esa reflexión a través de dos obras, a priori antagónicas, pero perfectamente engarzadas: por un lado la exposición de Herminio, en la que se muestra una parte del trabajo que el escultor realiza en el estudio de la relación entre los objetos geométricos, el espacio que los circundan (la impresionante cúpula de Neimeyer, en esta ocasión) y el movimiento que las sutiles fuerzas procuran a lo físico: la gravedad, los impulsos eléctricos, las fuerzas magnéticas, etc... Por otro lado, y en sesión única, el dibujo sorprendente que el Ballet National de Marseille hace del poema de Ovidio: Metamorphoseon. De nuevo un juego, en esta ocasión entre la sutileza de la palabra poética y la delicadeza de los cuerpos en movimiento. Hay que decir que con escaso público, en un marco majestuoso como es el Auditorio y en una ciudad, Avilés, ansiosa por defender un proyecto cultural y arquitectónico quizás discretamente mayúsculo, pero con unas posibilidades ilimitadas.

© Pino Pipitone
La coreografía del belga Frédéric Flamand se compone de diversos cuadros, escasamente ligados entre ellos, de algunos de los episodios que Ovidio dejó escritos en su mitología de los orígenes. Junto a las ejecuciones de los bailarines, las imágenes proyectadas de manera dispersa por el escenario van dando cuenta de la progresión, en clave científica en este caso, de la evolución de la vida. No hace falta haber leído el poeta, ni ser un gran conocedor de las teorías científicas para seguir con facilidad esos relatos breves, aunque profusamente explicados por un cuerpo de baile entregado, hermético en su predisposición y de múltiples registros, con una sólida formación clásica, aunque centrados para la ocasión en la abstracción de lenguaje o las dificultades de la figuración. En este sentido, lo más destacado de la propuesta (más allá de los elementos escenográficos simbolizando los planetas) es la capacidad de esta compañía para mostrar en su intensidad expresiva las habilidades de su movimiento, en una conjunción armónica e indiscutible con un relato (puesto en paralelo con el propio discurso del Centro Neimeyer) muchas veces no exento de un punto de sorpresa y un cierto regusto cómico (aunque sin llegar a la parodia) porque no en vano es en el imaginario en el que se produce tanto la expresión de los cuerpos, como la del mito fundacional, como también la del papel que en un futuro deberá ejercer este nuevo polo cultural internacional. Sin olvidar de destacar el vestuario y la caracterización, obra de los diseñadores brasileños Humberto y Fernando Campana. Su trabajo con elementos de carácter industrial entra en juego con el espacio de la Ría de Avilés de una manera sorprendente y, también, con la exposición que ocupa estos días la Cúpula.

© Pino Pipitone
En los orígenes, más allá de la forma, tuvo que haber también el impulso. El del Centro Neimeyer debería tomar buena nota de la dificultad de llegar al gran público si no se hacen asequibles mínimamente propuestas de esta envergadura. En este sentido, no es comprensible que para la ocasión ni siquiera se editara un programa de mano y la escasa (¿nula?) promoción del evento. Pero haber iniciado esa singladura con una propuesta fuerte y determinada como es el Ballet National de Marseille, augura un futuro brillante: éramos no uno, ni dos, sino bastantes los visitantes que nos desplazamos esos días expresamente a esa bella ciudad asturiana, precisamente ávidos de escuchar y ver historias con esta calidad y solvencia.

Quizás sólo así, hechas esas reflexiones, podamos proyectarnos en futuro. Siempre en formas geométricas, claro. Siempre en tensión de débiles fuerzas sobre las que asirse.

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En la revista Susy-Q de julio/agosto se publicó una entrevista con Frédéric Flamand muy interesante para entender mejor de lo que trataba la propuesta en el Neimeyer http://susy-q.es/web_susy/susyq_39.htm

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