dilluns, 12 de febrer del 2018

Nosotres

Javiera Peón-Veiga
Intèrprets: Macarena Campbell, Johnatan Inostroza y Javiera Peón-Veiga
Mercat de les Flors, 11 de febrer de 2018
Festival Sâlmon


La piel de la serpiente

Enfundados en un traje de pies a cabeza de látex, la creadora chilena Javiera Peón-Veiga invita a un juego de percepción que se adivina efectista en un primer instante, pero que va tomando cuerpo teórico según transcurre la pieza Nosotres presentada en el Festival Sâlmon 2018 de Barcelona. Desde el momento de la entrada del público en la sala, junto a los bailarines Macarena Campbell y Johnatan Inostroza se confunden con la superficie de la tarima en la que se desarrolla la obra, en un juego de luces que acompañará y acentuará ese sentido de confusión al que la mirada puede llevar. Aunque nada de ello podría ser posible sin una voluntaria incitación a la mentira visual que está en la base de la provocación de su trabajo. Resuelto ese inicio, difícil en su sección primera porque tiende a desarrollarse con lentitud, queda la duda si se trata simplemente de un impacto a los sentidos o si, por el contrario, el camino desarrollado es más amplio. 

Y así lo es: con los movimientos repetitivos, siempre a ras de suelo, individuales, voluntariosamente extraños con los que las tres formas enfundadas llevan a cabo hasta más de la mitad del espectáculo. Sólo interrumpidos en su lógica coreográfica con la conexión entre los tres: un auténtico repertorio de contactos, hasta con una cierta lógica sensual, gracias al cual la pieza despliega un abanico de significados que dejan mucha más libertad al público; liberan de una cierta presión sincopada al conjunto; y facilitan disfrutar del sonido musical inteligente dispuesto. En general, y como se destaca en la presentación de la investigación de la que surge este proyecto, el carácter energético de los cuerpos toma una relevancia total. Y con él sus derivadas: potencialidad, dinamismo y relación.

Pero es característica de la serpiente que repta siempre la superficie su muda de piel. Que la compañía escenifica primero cambiando de posición y levantándose, para por fin empezar a bailar en posición bípeda, algo característico -no exclusivo- pero determinadamente importante en el ser humano. Y así van despojándose de esa epidermis artificiosa, para descubrir poros sudosos, piel y semblante. Ahí, en ese tercio final, hay una apelación definitiva a aquellos que hasta el momento fueron solo espectadores para anticipar la igualdad en su capacidad; la diversidad en su percepción. Hasta la posición con la que cierran el espectáculo: solo lo transformado, y en eso se abarca todo, desde el gesto, el baile, su movimiento; pasando por la expresión, la comunicación, como también el sexo; todo ello, siempre, es solo una cuestión de la mirada.

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