dissabte, 21 de maig del 2016

OCD Love

L-E-V Dance Company. Sharon Eyal / Gai Behar
Palau de la Música de València, 17 de maig de 2016



Cuerda locura

Empezó el Festival 10 Sentidos con un arrebato de diversidad, en su quinta edición, y la ambición dancística por bandera: con una de las más prestigiosas compañías de Israel, dignificando con esta presencia en la ciudad la expresa voluntad de sus organizadores por resultar ambiciosos y acertados en su programación. Cerrará estos encuentros multidisciplinarios uno de los coreógrafos de aquella comunidad que más éxitos y aciertos acumula en la danza contemporánea en los últimos años: Marcos Morau y La Veronal, con una producción expresamente pensada para abordar el lema de este año: “a lo caos”, una reivindicación de la cuerda locura de artistas y creadores, a la par que significa un acto de visibilidad de los problemas de la mente humana.

Sharon Eyal y Gai Behar firman OCD Love con séis bailarines prodigiosos. Alrededor del amor y sus dolores, así como del trastorno obsesivo-compulsivo. Parecería un oxímoron, pues la locura de amor en su inocencia nunca van unidos, pero sabemos las consecuencias que puede acarrear a veces: la literatura y las artes se han ocupado ampliamente del tema. Quizás sabedores de lo difícil que resultaría aportar nuevas experiencias sobre la extrañeza del otro, cuando los amantes se echan de menos, habituados a una dependencia entre deseo y traición, optan por una descripción completa de los efectos de esa circunstancia más que por sus causas. Y en el ejercicio de transporte y recorrido por los intersticios de todo rincón del cuerpo y su movimiento, elaboran una fascinante, enérgica, tumultuosa y exultante coreografía.

Nada de ello sería posible sin contar con unos bailarines de una técnica imposible. Lo disciplinado de su gesto no es más que una anécdota singular porque lo auténticamente importante es como convierten cada segundo de su danza en una experiencia loca por completo. Bailar y expresarse de tal modo, fisicalidad dura y todos los recursos puestos a disposición y con la certeza que se dice aún más en cómo se atraviesa ese estado mental cuando es el propio organismo quien lo cuenta, que en los mil poemas de desamor y congoja con los que hundimos su dolor. A lo mejor este trastorno que retratan sea algo así como esos cuerpos dispuestos a alejarse de sí mismos en cada desplazamiento, entrenados en el límite de sus fuerzas y extasiados de flexibilidad. Una ejemplar compañía, que más allá de un lenguaje particular e imbricado en la joven tradición de su país, ejerce el espacio escénico desde el relato exhaustivo de lo que quieren transmitir.

Ovación cerrada, de las que ensordecen, fue el agradecimiento merecido de un público que parece estar bien dispuesto a los contagios y las derivas de arte, danza, música, cine... con las que el Festival 10 Sentidos llenará la ciudad estos días.

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