Pablo Esbert Lilienfeld y Federico Vladimir Strate
Sala Hiroshima, 6 de maig de 2016
presti(DIGITAL)
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Introducing The Star debería pasar a formar parte del catálogo de nuevos mitos. Un líder, una masa informe de seres, bellos en su apariencia, idénticos en su esencia. Y una idea de cambio. ¿No es así como la literatura universal, el cine o el teatro han relatado el origen de todo? Pablo Esbert Lilienfeld lo baila, determinado en una individualidad tan quimérica como fantasiosos son sus gestos maquinales. Y con una máscara refleja los rayos anunciadores, los de un tiempo nuevo: luces, música e imagen en control central, fruto de la imaginación desbordante del artista visual Federico Vladimir Strate.
Hasta cuando ocurre el error, virtual y narrativo como se explica en el fragmento de la película que ha resultado del proyecto. Como cuando pasa en lo escénico, y así sucedió en la presentación en la Sala Hiroshima por un pequeño desajuste que obligó a parar la representación breves minutos. Confirmación de la feliz codicia de estos artistas por crear fantasías inauditas, arte en vivo que arriesga, y que por eso mismo pierde y se engrandece en su progresión hacia otra representación, otro intento. ¿No es así como se hace más grande el mito? El de este espectáculo. Y el del origen cosmogónico de la propia identidad. Porque de eso están hablando aquí. Y de como el arte en general, y muy específicamente la música y el baile nos acomodan en esa (re)fundación permanente. Por eso la presencia abrumadora de lo digital. Porque los nuevos prestidigitadores juegan a los dioses.
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