dilluns, 3 de novembre del 2014

Sevilla danza en espacios singulares

El Mes de Danza forma parte de la red A Cielo Abierto: un total de 10 festivales que han sumado sus fuerzas para ofrecer en espacios singulares una selección de piezas de entre 15 y 30 minutos. En Sevilla se han presentado algunas en el primer fin de semana de la Muestra Internacional de Danza Contemporánea. Hablamos aquí de dos de esas obras y finamente de un estreno absoluto que tuvo lugar también en las calles de la capital andaluza.

Lo insólito de las parejas

A pie de calle (20') Daniel Doña. Dirección y coreografía: Daniel Doña. Bailarines: Cristian Martín y Daniel Doña. 31 de octubre: Setas de Sevilla.

Como si se tratara del círculo de la vida, delimitado por naranjas que los bailarines van depositando en el suelo, se sucede la experiencia de la comunicación: ese milagro no exento de dificultades. Daniel Doña es un bailarín impregnando de gesto resolutivo, maduro y de carácter. Cristian Martín aporta límites impensables a la flexibilidad, talento y decisión. La conexión entre ambos hace de la pieza, algo faltada quizás de resolución pero bella plásticamente, una experiencia a medio camino entre la danza española y algunos breves acentos contemporáneos. Una pareja de estilos que se palpan, pero que en ocasiones no se mezclan. Suple esa dificultad la entrega y fe ciega en el proyecto que ambos bailarines demuestran.

Hooked (15') Lasala. Dirección y coreografía: Judith Argomaniz. Intérpretes: Jaiotz Osa y Judith Argomaniz. 31 de octubre: Baños de la Reina Mora.

En los avatares de las relaciones humanas, como es sabido, hay momentos de todo tipo. También es así entre dos bailarines obligados a compartir espacios, horas y esfuerzo. Y solo a veces hay chispa, de la más entusiasta y auténtica. Es el caso de Judith Argomaniz y Jaiotz Osa. Que no sólo transmiten sintonía, traducida en milimétrica ejecución sincronizada, sino que encima la transforman en una energía positiva y feliz que llega instantáneamente al público. Sin ser el suyo un dibujo cerrado, ni concluyente, menos aún una pieza de plenitud creativa (se trata de un fragmento de la segunda de su repertorio) sí se puede afirmar que apuntan a una frase y gesto danzados que quedan amplificados por esa conexión casi mágica que generan.

El soberao (25') Arturo Parrilla y Raquel Madrid. Dirección e interpretación: Raquel Madrid y Arturo Parrilla García-Pelayo. Ayudante de dirección: Juan Antonio de la Plaza. Espacio escénico: Emilio Parrilla Muñoz. Música original: Yoojin ko y Emilio Parrilla. Espacio sonoro: Matthieu Berthelot. 1 de noviembre, Puerta de Jerez. Estreno en Mes de Danza Sevilla.


Es en una estructura endeble y delicada que se sostienen los afectos. Es lo insólito de las parejas. Así se presentan Arturo Parrilla y Raquel Madrid, dispuestos a jugar en ese espacio de la escultura de madera diseñada por Emilio Parrilla Muñoz. Se elevan sobre ella, cuelgan y se provocan, en un juego casi adolescente, él con una presencia física que habla en cada gesto; ella con la sobriedad del movimiento pertinente. Son dos, en la entelequia del encuentro, encerrados en su propio deseo, bailando la música original que Yoojin ko y Emilio Parrilla han elaborado. Todo queda en el interior de esa red de solidaridades que es la familia, efectivamente. Como metáfora de un mundo que debe protegerse del incendio. Como demostración de un tiempo que necesita de esos abrazos. Da igual si esta historia acaba de una u otra forma. Lo importante es el momento coreografiado por la esperanza. Algo que estos dos intérpretes celebran frente a su público y exportan como única salida a nuestros tiempos.

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