Mes de
Danza, Sevilla 30 d'octubre de 2014
Sevilla:
Sala de baile gagá
La
Muestra Internacional de Danza Contemporánea de Sevilla ha
inaugurado con una propuesta de buena danza y aún más brillante
música. Fruto de la complicidad entre las coreógrafas María M.
Cabeza de la Vaca y Teresa Navarrete y el músico Miguel Marín, el
teatro Alameda se ha convertido en una sala de baile, con butacas a
cada lado, con una estética retrofuturista inspirada en los años 50
y la nada disimulada intención de provocar al público asistente a
participar de lo que los próximos 10 días será Sevilla: la
fiesta de la danza contemporánea, en un festival que cambia su
formato pero no su intensidad. Música electrónica y danza gagá
para todos, en el acto de apertura.
A un lado los cuatro músicos. Se
llena la pista, aparecen los seis bailarines. Y empieza la fiesta.
Esto de la celebración tiene bastante que ver con nuestro propio
estado de ánimo. El de la ciudad andaluza y, muy particularmente
este pequeño equipo que impulsa y organiza cada año este encuentro
internacional, bebe de su esfuerzo y ganas “pese a los recursos
escasos” proclamaba micrófono en mano su directora María González
en la presentación. Y con buena vista, casi intuición, se confió
en este grupo desde el momento en el que llegó la propuesta a la
Muestra: trabajo en red, apoyo a la nueva creación, proceso creativo
compartido con Mes de Danza y el valor añadido de ser una pieza en
la que danza y música bailan juntos.
El
resultado es excelente, alegre y determinado, como es el espíritu de
esta Muestra. Destaca una composición musical que contagia a ritmo
todo el patio de butacas: textualmente. Poco faltó para que se
lograra el milagro de arrancar a bailar a las decenas de personas
invitadas para la ocasión. Aunque después de ver la excelente María
M. Cabeza de la Vaca, en el que probablemente fue el momento más
luminoso de la noche, enfundada en unos zapatos de tacón y
moviéndose en un desafío directo para con esa música enérgica y
envolvente, me atrevería a decir que fuera lógica la prudencia
colectiva. Quién mejor que este grupo, manos alzadas, en otro de los
momentos colectivos más plásticos, para recrear algunos movimientos
de la técnica gagá, especialmente
apreciados y estimados por cualquier seguidor de danza contemporánea.
Y es que esta fiesta fue tal, porque más allá de contagiar la pasión por este arte y sus múltiples conexiones con su hermano mayor, la música, fue una lección coreográfica de actualización y reivindicación de algo que hemos de seguir diciendo bien alto: es gracias a que hace 20 años que una muestra como la de Sevilla apuesta por los jóvenes, arriesga en sus planteamientos y ofrece al público propuestas como ésta, que es posible que alguien pueda seguir esa estela e imaginar nuevos espacios creativos. Y eso es lo que se celebraba es esta magnífica inauguración de la Muestra Internacional de Danza Contemporánea de Sevilla.
Y es que esta fiesta fue tal, porque más allá de contagiar la pasión por este arte y sus múltiples conexiones con su hermano mayor, la música, fue una lección coreográfica de actualización y reivindicación de algo que hemos de seguir diciendo bien alto: es gracias a que hace 20 años que una muestra como la de Sevilla apuesta por los jóvenes, arriesga en sus planteamientos y ofrece al público propuestas como ésta, que es posible que alguien pueda seguir esa estela e imaginar nuevos espacios creativos. Y eso es lo que se celebraba es esta magnífica inauguración de la Muestra Internacional de Danza Contemporánea de Sevilla.
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