DV8 Physical Theatre
Concepció
i direcció: Lloyd
Newson
Mercat de les Flors, 04/V/2012
© Matt_Nettheim |
¿Estaremos aún a tiempo?
No
se trata de pensamiento débil, sino inútil. Ese es el problema
básico de nuestros tiempos. Allí donde decíamos que estábamos
constituyendo una sociedad líquida, en la que los fundamentos
morales y de ciudadanía iban diluyéndose; deberíamos haber
explicado que de existir una pretendida capacidad de pensamiento
crítico, simple y llanamente era una pérdida de tiempo.
Pongamos
por ejemplo el Imán de Terrassa que estos días, coincidiendo
casualmente con la visita de DV8 Physical Theatre a Barcelona,
defiende su inocencia del delito de incitación a la violencia contra
las mujeres. ¿Recordáis? Pegarlas sin que se note... Pues bien,
argumenta que sus palabras fueron mal interpretadas, que eran
referidas a lo sagrado. Allí
donde lo humano simplemente no contiene comprensión ni autoridad.
Una defensa brillante, hay que decirlo todo, porque si son capaces de
situar la cuestión en aquel ámbito ¿dónde podrá intervenir el
Estado, que es por definición el orden de la cosa humana? ¿Os
imagináis un juez mediando en la penitencia religiosa impuesta por
un sacerdote después de la confesión de un ladrón convicto, porque
éste presentase una demanda al considerar excesivas las oraciones
impuestas? ¿O que, confesado en sacristía, el juez valorase que
la penitencia de la fe puede substituir la justicia del hombre?
Y
así hasta la saciedad: desde la fatua de los versos satánicos de
Salman Rushdie, el asesinato de Theo Van Gogh, o las decenas de
matrimonios forzados que la policía intenta impedir cada año en
nuestro país. ¿Qué diálogo se puede intentar con ese obispo, por
poner ejemplos diversos, que aún afirma que la homosexualidad es una
enfermedad “curable” y que lo hace con las espaldas cubiertas de dinero público a través del arcaico y vergonzante
Concordato con la Iglesia católica?
©
Oliver Marzi
|
Can
we talk about this? nos
exhorta la compañía... Este espectáculo es avasallador: una
exhaustiva investigación de las consecuencias del relativismo
cultural; del todo es legítimo y válido; de lo políticamente
correcto y las miserias del miedo; de la ausencia de pensamiento
crítico en el que nos hemos metido las sociedades opulentas.
Minorías radicales amparadas en tradiciones religiosas que están
poniendo en juego los valores de las democracias, a base de dinamitar
desde su propia tolerancia la capacidad de limitación de los
derechos humanos.
¡Pero
que nadie se confunda! Can
we talk about this?
habla de nuestra incapacidad. Para nada es sólo una crítica a los
fanatismos religiosos. Sino un grito a los silencios cómplices con
los que aguardamos, embruteciendo nuestras mentes con subproductos
culturales vomitados por los grandes medios de comunicación, a que
un nuevo líder gregario salve nuestra pobreza intelectual del
pensamiento masivo de la nada. Es una crítica hecha desde nuestras
entrañas (UK, o el paradigma de lo multicultural); elaborado desde la
displicencia con nosotros mismos (la incapacidad de los gobernantes
para salvaguardar nuestros valores) y lanzado como un bumerán sobre
la conciencia del espectador (el silencio cómplice.)
Y
encima con un instrumento que de tan efectivo, duele en su acento:
bailarines sostenidos en la palabra, discurseando datos infalibles,
relatando con nombres y apellidos las consecuencias de nuestra
ceguera colectiva, expresando con deliberada concreción quién y
cómo son los culpables de esta tolerancia con lo intolerante;
ejecutando en sus cuerpos, incansables y lábiles, caricaturistas
figuras imposibles, que producen desasosiego en el espectador,
dispuesto incluso a unas risas fáciles del nerviosismo que generan,
mientras describen en el impulso del movimiento enérgico, rápido,
casi convulsivo, el miedo que deberíamos sentir todos cuando
nuestros noticiarios no paran de anunciar cada día el regreso de la
barbarie.
©
Fiona Cullen
|
A
favor de la propuesta escénica, la ausencia absoluta de emotividad
gratuita, la opción por no conmover las conciencias más que a
partir de datos objetivos, imágenes, filmaciones, encuestas e
informaciones contrastadas. Y el compromiso por no traducir en gesto
todo ello, sino más bien por convertir el movimiento en motor de
transformación ideológica que nos libere del miedo a defender la
libertad de expresión, representada en su máxima como el derecho a
poder cuestionar las cosas, sin que corra peligro nuestra vida.
En
contra de la propuesta, un discurso que de tan acelerado, se hace
exigencia en el público, pues de tan pendiente como debe estar hasta
de los detalles más ínfimos de unos extraordinarios actores
bailarines, hace casi imposible gozar completamente de sus gestos,
sus palabras, el escenario funcional y la música, y acaba teniendo
la sensación de haber sido testigo de un inabarcable. Desde este
punto de vista, el espectáculo resulta abrumador.
En
suma, una obra maestra del relato y las consecuencias del pensamiento
inútil en el que estamos instalados, que quedará en la memoria, y
con el que un día haremos historia de lo que el arte contemporáneo
del siglo XXI puso sobre el escenario, mucho antes de que nuestra
sociedad civil fuera capaz ni siquiera de adivinar.
¿Estaremos
aún a tiempo?
Gracias Jordi. Abrumador....así es Newson, ¿verdad? Con muchas ganas de ver este trabajo a finales de mes por Madrid. Comentaremos, ¿vale? por aquí o por allí.
ResponEliminaBesos
He visto que le dedicáis un especial en SusyQ!! A ver si me da tiempo hoy de ir a compararla, ¿habrá llegado a BCN?
ResponEliminaCuéntame qué te parece cuando veas el espectáculo!!! Qué bestias que son!!! Y qué buenos!!!!
:)