dilluns, 20 de febrer del 2012

In Transit / Artifact II / Walking Mad

Compañía Nacional de Danza
Teatre-Auditori de Sant Cugat, 19 de febrer de 2012

TRAZOS EVANESCENTES

En este tiempo, más parece que queramos ocupar los instantes de vida (en un devenir de múltiples yuxtaposiciones) que hacer proyecciones de futuro. Así se podría relatar el ir y venir de infinidad de proyectos culturales en este país: inacabados o frustrados, muchas veces por la urgencia del cambio. Si a todo ello unimos las nuevas formas de control social (léase: la recesión) y la nula competencia política, tendremos como resultante un dulce cóctel de sonoridades múltiples, pero de recuerdo efímero. La CND es uno de esos proyectos mil veces definido y tantas otras reestructurado. Y por el camino, un mundo de disputas y vergüenzas que poco favor van a hacer ni a la compañía ni, por supuesto, a la danza. Empecemos por aquí: porque aún con la mejor de las intenciones de apaciguar las aguas que exhibe su nuevo director artístico, José Carlos Martínez, el programa con el que se han presentado estos días en Sant Cugat refuerza todavía más la impresión de que se necesitará algo más que voluntad para arreglar este nuevo desaguisado colectivo.

Debe ser por ello que la primera pieza presentada se llama precisamente In Transit. Estrenada a principios de año, esta coreografía de Annabelle Lopez Ochoa seguramente pueda sintetizar todo lo apuntado más arriba: éste es un tiempo nuevo para la Compañía en el que deben ir hilvanarlo la novedad (especialmente si tenemos en cuenta que las coreografías de Nacho Duato, por el momento, será imposible representarlas) ¿Solución? Bueno... Un mundo autoreferencial de idas y venidas por estilos diversos, con la excusa de la representación de los estados de ánimo humanos (tan diversos ellos, pero sobretodo tan cambiantes, ¿verdad?) Sin más interés que la fuerza, el brillo, el coraje y la plenitud de un cuerpo de baile quizás algo falto de sincronización, pero decidido a seguir en su empeño sea cuál sea el nuevo rumbo, y que culmina con un paso a cuatro de Luisa Mª Arias, Francesco Vecchione, Isaac Monllor y Allan Falieri, de una sensibilidad desbordante, de sincera ejecución e impulsado con lo mejor de lo que dispone por el momento la compañía: sus bailarines.  

Que lo sobrevenido dice todavía poco de lo perdido, lo ejemplifica la seguna pieza del programa: nada menos que Artifact II de William Forsythe, en el repertorio de la compañía desde 1998. Efectivamente: final de etapa, quizás porque ese coreógrafo ha sido siempre algo así como un demiurgo anunciador de “la muerte del autor”, con el telón cerrándose de golpe en medio de diversas ejecuciones, para descubrir pocos segundos más tarde que las finalizaron sin poder ser vistas. Bailamos en la imaginación y ese es el principal argumento de la cuestión artística de nuestros tiempos. No ser capaz de darse cuenta, puede condenar a la CND al ostracismo, al anticuario de los tiempos. 

No es casualidad, pues, que en el entreacto del repertorio, justo después de esa pieza, se aproveche para proyectar sobre el telón imágenes en blanco y negro que intentan dibujar algo así como una historia “lineal” desde la fundación de la CND, de la mano de Víctor Ullate, hasta la presencia en los saludos finales de quien es ahora su director artístico. Como para representar un hilo de continuidad. Algo que después de esa obra maestra de ruptura con lo clásico que es Artifact II suena a compostura, seamos sinceros.

La tercera pieza de la velada, Walking Mad, sólo es el corolario a la tesis fundamental de este relato: el título es suficientemente elocuente. ¿Hacia dónde vamos a partir de ahora? Da igual, claro... Son profesionales de una magnitud tal que todo lo que hagan valdrá la pena. Sólo habremos de rogar de nuevo que no aparezca un nuevo salvador político para decirles en qué dirección hacerlo. De lo contrario, como en esta ocasión, sólo podremos disfrutar de trazos evanescentes. 

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