dissabte, 14 d’octubre del 2017

Imprenta acústica en (14 borrones de una) aparición

Mónica Valenciano, Raquel Sánchez, Tania Arias Winogradow
Sala Hiroshima, 13 d'octubre de 2017

Danza del absurdo



Tres bailarinas, una sala de ensayos, unas anotaciones y las variaciones sobre un tema. Entra el público, se acomoda, queda interpelado y empieza la función. O mejor dicho: da comienzo el viaje. Al fin y al cabo eso es lo más cercano a la experiencia estética en danza contemporánea: ellas se mueven envueltas de conceptos, mientras la mirada del otro lado se llena de preguntas. Y así hasta en tres ocasiones, marcadas por una música orquestal de fondo, como si fuera una banda sonora de película y que se controla a un extremo del escenario. Un encuentro performático, singular, una suerte de fortuna que es posible gracias a la sólida y dilatada trayectoria de la canaria Mónica Valenciano. Con ella, Raquel Sánchez y Tania Arias desgranan de igual a igual el milagro de la creación. A saber: cómo de la nada aparece lo único. Algo que solo se encuentra al alcance de unas pocas: sólidas intérpretes y aventajadas bailarinas, jugando con lo absurdo como si de una oportunidad se tratara, cual lluvia de ideas. Su acierto consiste en dar acento a cada palabra, frase y estado de ánimo variable. Es encomiable. De esa manera señalan con movimiento, gesto, desplazamientos y cadencia corporal todo un enjambre de sutilezas, cuestión que por sí sola merecería un comentario a parte. Pero si duda lo más entusiasta de esta propuesta que se presenta en première en la Sala Hiroshima de Barcelona y que cuenta con el apoyo de las Naves Matadero de Madrid, es la capacidad de interrogación a la que invitan. No solamente con las sintaxis que van declamando, casi asociaciones libres al más puro estilo psicoanalítico; tampoco por la coreografía armada a tres, en una especie de superestructura de castillos en la arena; ni por la concreta composición musical y las delicadas intervenciones escenográficas, nube tóxica que envuelve la totalidad; sino porque ese conjunto de dardos encarnados en la sensibilidad del espectador a través de la intervención de estas magníficas artistas, llevan mucho más allá de lo que la apariencia podría hacernos suponer. Esto es: a lo rematadamente absurdo de nuestra condición.

Sala Hiroshima, 13 d'octubre de 2017

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