Concepto,
coreografía, dirección e interpretación Manuel
Rodríguez
Fotografía,
vídeo, diseño gráfico e instalación Manuel
Rodríguez
Iluminación Xesca
Salvá y Manuel Rodríguez
Diseño
vestuario Moisés
Nieto
Música the
flamingos and the complexions, oneohtrix point never
Festival Sâlmon 2014
Mercat de les Flors, 27 de novembre de 2014
La
reflexión sobre la mirada ha ocupado muchas veces las artes del
movimiento. Se trata, básicamente, de un cuestionamiento de lo que
surge como consecuencia de la propia acción performática, pero muy
especialmente sobre lo que el público somete a juicio después de la
captura del trabajo artístico. Lo subjetivo, en tanto consecuencia
de lo social, genera una derivada sobre la cual a veces no somos muy
conscientes, pero que determina absolutamente la posición de cada
cual. Sugerido como una especie de salva-pantallas, protector de
significados y de influencias, Manuel Rodríguez acciona con su
presencia el resorte del pensamiento a través de cuadros
idealizados, lienzos de imágenes estáticas sobre las que muestra
algo así como una posible historia de la mirada del arte a lo largo
de los tiempos, al menos por lo que respecta a nuestro contexto
cultural y social, con el objetivo de invitar a una reflexión sobre
el tema.
El
recurso escénico es simple pero de gran efectividad visual: sobre un
decorado blanco, pantalla y suelo, se activa como lo hace el
ordenador un mecanismo de protección. El contraste entre la luz y la
oscuridad, el movimiento y la imagen estática, el sonido y el
silencio; y la escenografía y el negro absoluto con el que este
magnífico bailarín resalta todavía más su presencia física, bien
podrían ser la línea imaginaria, mínima, delicada y sensible de
nuestra capacidad para ver y su perfeccionamiento: el mirar. Porque
en medio de cada una de estas acciones se sitúan la intencionalidad
y sus limitaciones. Y, cual si fueran cuadros naturalistas o
instantáneas captadas en segundos, Manuel Rodríguez va creciendo en
gesto e intensidad, en movimiento y coreografía hasta construir un
reflejo histórico de nuestra particular manera de observar el arte,
en la primera parte, y el posicionamiento en la danza, en la segunda.
Esta
es una pieza para estetas, sensibles y contemplativos. También para
amantes de la cadencia y la reflexión. Y aunque topa con algunos
problemas de ritmo, sobretodo en la primera parte y de repetición,
es una delicia para los buscadores de referencias cinematográficas,
del arte pictórico y de la música. Y es que la mejor manera de
reflexionar sobre la posición de la danza en el conjunto de
disciplinas creativas, viene dada por su interacción y lo
multidisciplinario. Solo así lograremos entender por qué resulta
tan difícil para mucha gente. No porque no sepan interpretar sus
códigos, sino porque alguien un día decidió desvincularla del
resto de manifestaciones artísticas. En ello hay una inaudita
historia de lo minoritario que aún no ha sido bien explicada. Pero
sobretodo una tupida red de silencio sobre la que pocos están
actuando tan decididamente como lo hace este artista.
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