Museu Picasso, 06/07/2025
Festival Grec de Barcelona
Las etapas de la ruptura
Lo más destacable de la renombrada bailarina y creadora de La Veronal Lorena Nogal, a estas alturas, no es el merecido reconocimiento, Premio Nacional incluido, sino su incansable búsqueda de más (y diverso) material coreográfico y mejor bailado (si cabe). Pero para ello ha de acercarse a temáticas grandes, como lo es Picasso. Como artista, pero también como persona. Poliédrico: difícil a veces. Siempre complejo y fascinante.
Se estrenaba ayer (con función adicional hoy) con PICASSa en el Festival Grec 2025, precisamente en el Museu Picasso, en tres de sus salas, un viaje por algunas de las etapas creativas del pintor malagueño. Pero, en lugar de abordarlo desde el mimetismo, Nogal plantea transformarse en ese personaje en tres capítulos: desde la curiosidad innata, en lo creativo; las rupturas visuales que dejó como legado; y finalmente, por su compromiso social.
Lo experimental aparece en el primer cuadro del espectáculo. Sería absurdo si hubiera intentado reproducir a una pintora, bailando. Así que la utilización de dispositivos móviles tiene todo su sentido, especialmente en nuestro tiempo. En lo propiamente danzado, se atreve hasta con unos pasos de flamenco. Y la característica deconstrucción corporal, todavía más delicada que nunca. A destacar un juego de imágenes que uno de los dispositivos, repartidos por el espacio, devuelve de la bailarina en movimiento: descompuesta, como si se tratase de una pintura cubista.
La segunda parte es la más críptica, en otra sala de los diversos palacios de la calle Montcada de Barcelona que conforman el espacio expositivo. Pero, y aquí lo más interesante, nunca con cuadros de Picasso. Porque no se trata de conectar obras diversas, sino de hablar del pintor. Y en una danza minimalista, de brazos y manos, sobre una mesa; simbólica; en un marco de pintura; y lo femenino como representación de todas las batallas; se aproxima a esa nueva manera que Picasso tuvo de explorar los cuerpos, algo de lo que -como es lógico- sabe mucho una bailarina.
La tercera y última parte es la más impactante de la velada, casi en penumbra, con un desplazamiento caótico en medio de los espectadores; en clara alusión a una desesperación, que los tiempos convulsos obligaron a dejar en la impronta de uno de los cuadros más famosos de la historia, como en el propio proceso investigador, siempre luz desde la tiniebla.
Eso es lo que hace Lorena Nogal con su transformación en PICASSa: iluminar con su gesto el impulso creativo. Y no renunciar nunca a la búsqueda permanente de algo distinto.
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