Mercat de les Flors, 13/07/2025
Festival Grec de Barcelona
Energía que todo lo cambie
La música de Jeph Vanger, sobre la partitura original de Kornilios Selamsis, es prácticamente medio espectáculo. Una adaptación del conocido Axion Esti de Mikis Theodorakis, basada en la poesía d'Odysseas Elytis, muy significativa en aquellas tierras, pues representa muy bien los anhelos de libertad del pueblo griego. Suena impetuosa, severa, cubriendo todo el espectro acústico del Mercat de les Flors. En una tarde en la que la lluvia hizo suspender algunos espectáculos al aire libre del Festival Grec. Es curioso, porque hacia el final de la pieza, las luces estroboscópicas simulan una tormenta lejana, allá en el mar. Una imagen plástica a la que estamos muy acostumbrados en el mediterráneo. Y este juego, enfatizó aún más la velada.
Lo suyo es contar con un elenco dispuesto para ese ejercicio de optimismo. Porque la pieza surge como respuesta emocional a la degradación política del país. Y en su reencuentro con los recuerdos de adolescente, crea una obra desde el gesto mínimo, ilusionada. Ahí los bailarines han empezado con tres de los elementos que se irán repitiendo: la elegancia de los primeros impulsos, pues mueven ligeramente cabeza, brazos y un primer paso, desde la dignidad. El segundo elemento que aparecerá en toda la obra: desde la conexión de grupo, seis mujeres y cuatro hombres, nunca ejecutando por libre, siempre en conexión. Y el tercer aspecto: en sincronía, que mantienen imperturbable toda la obra, pero sin ninguna obsesión por resultar perfectos. Tal cual pasa con las obras humanas, cuando son colectivas. Y la de la gestión de lo público, es una obra de gran grupo, siempre imperfecta.
Ese pequeño, discreto, minimalista gesto, elegante y hecho con toda la intencionalidad, se va amplificando poco a poco. Se desplazan por todo el escenario, habitualmente en proyecciones de extremo a extremo del espacio, con una energía cada vez más compartida, en un ejercicio de resistencia, lucha y compenetración. La observación del grupo genera una fascinación visual, que debe ser algo muy próximo al éxtasis. Se desconecta todo pensamiento en la mirada impenetrable de este grupo en movimiento constante. Y debe ser cosa de las neuronas espejo, pero a la salida del espectáculo es frecuente el comentario de más de un espectador a quien le hubiera encantado estar allí en medio, ejecutando esos gestos. Otra cosa es si hubiese sido con la resistencia que el elenco demuestra.
Relámpagos apagados en la lejanía, como quien los contempla desde la costa, dan buena noticia de lo excepcional del gesto coreográfico que se ha presenciado. Y anuncia un final, más luminoso que el resto de la pieza. Simbolizando así lo poderoso del propio movimiento, en comparación con su ausencia. Porque es ahí en donde esta extraordinaria pieza de Papadopoulos demuestra su madurez creativa. Apunta los instrumentos (en grupo y paso al frente, con actitud), pero no pontifica de qué manera se producirán esos cambios venideros a mejor.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada